24 Nov Dehesas con algarrobos

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El algarrobo (Ceratonia siliqua) es un árbol mediterráneo muy ligado a la identidad andaluza. El Algarrobo era el apodo de uno de los bandoleros de la serie de televisión española Curro Jiménez, rodada en Andalucía y muy popular en los setenta. Como topónimo aparece en pueblos como El Garrobo, situado a una altitud de 275 m sobre el nivel del mar en la comarca sevillana de El Aljarafe,  y en cuyo escudo municipal está representada esta especie; y Algarrobo, localidad costera situada a 86 m de altitud, en la histórica comarca malagueña de La Axarquía. Ambos municipios son indicadores del área natural de distribución geográfica del algarrobo.

En Sierra Morena, esta especie se halla desde Huelva a Jaén. Su área natural original se extendía por parte de los territorios andaluces hoy más transformados, integrando las variantes más secas de encinares, acompañado por acebuches, lentiscos, aladiernos y palmitos, entre otras especies. Hoy el algarrobo aparece salpicado por el territorio andaluz, en parte también porque fue cultivado desde antiguo. Persisten poblaciones relativamente abundantes en las dehesas cordobesas de los montes meridionales del Parque Natural Sierra de Hornachuelos (PNSH). Son dehesas con una presencia regular de algarrobos como integrante de un arbolado mixto, muy diferentes de las dehesas de alcornoque que predominan en el PNSH.

Sin embargo, el algarrobo es una especie mediterránea cuya ecología ha sido aún muy poco estudiada y su importancia en las dehesas andaluzas, prácticamente ignorada. A pesar de ser una especie prometedora ante el cambio climático. Por ello, gracias al Programa ‘Conservación y gestión sostenible de bosques autóctonos: prioridades ecosistémicas estratégicas y ante el cambio climático’, cofinanciado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, la Fundación Matrix desarrolla diversas actividades de investigación ecológica sobre esta especie. Comprender cómo varían las poblaciones silvestres de algarrobo en diferentes ambientes y evaluar su importancia relativa en la vegetación, así como los factores que determinan su ciclo de producción de frutos, su plasticidad o capacidad de tolerar diferentes condiciones de estrés hídrico y su regeneración natural, son algunos de los desafíos científicos.

Con la colaboración de la Universidad de Córdoba y del IMGEMA-Jardín Botánico de Córdoba, ya comienzan a obtenerse las primeras respuestas. Varios experimentos con miles de semillas procedentes de dehesas del PNSH producirán una valiosa base de conocimiento clave. El fin de la investigación también es aplicado: contribuir a la conservación y adaptación al cambio climático de las dehesas, en un área donde además del aprovechamiento agrosilvopastoral singular de este ecosistema, se suma un significativo uso cinegético y apícola.

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