01 Oct Desigualdad territorial de la esperanza de vida de los mayores en España
PERSONAS MAYORES Y ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL EN ESPAÑA
Desigualdad territorial de la esperanza de vida de los mayores en España
En 2040 la esperanza de vida podría alcanzar los 85,8 años en España, la más alta del mundo. La población de personas mayores (65 años y más) y su proporción en el conjunto de la población crece en nuestro país. El aumento de la esperanza de vida impulsa este cambio demográfico y el consiguiente envejecimiento poblacional. En los últimos 50 años, la esperanza de vida promedio de las personas mayores ha aumentado casi seis años a nivel nacional, a un ritmo de 1,3 años por década, y más rápidamente en las mujeres que en los hombres. Sin embargo, existe desigualdad territorial en este incremento con diferencias entre poblaciones de diferentes territorios del país de más de cuatro años. La esperanza de vida de personas mayores muestra un patrón geográfico de disminución hacia el sur y el sureste. La vida de los mayores se acorta tres o cuatro años por término medio en Cádiz, Almería, Ceuta, Melilla o Las Palmas con respecto a provincias más longevas del interior como Zamora, Salamanca, Ourense y León.
Desde la Fundación Matrix, Investigación y Desarrollo Sostenible, en el marco del Programa MAYORSIG y del Proyecto DEMOS, se han abordado aspectos muy relevantes de la población de personas mayores (65 años y más) en España: la estimación de su ritmo de crecimiento, la descripción de los patrones de variación geográfica del grado de envejecimiento poblacional y factores asociados junto a su mortalidad específica o la variación temporal de sus tasas de mortalidad son algunos de los más relevantes. Además, se han desmontado tópicos sobre la distribución territorial de este colectivo de mayores.
La salud en general y la de nuestros mayores en particular, es un derecho social y un objetivo de desarrollo sostenible promovido por todos los países de la Unión Europea. Uno de los indicadores más usados convencionalmente para valorar la mortalidad de la población, y por ende su salud, es la esperanza de vida. Esta no sólo informa de la duración de la vida, sino también de su calidad, ya que la mortalidad depende de la salud y las condiciones sociosanitarias de la población y de la oferta de este tipo de servicios disponible.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible nº 3 (ODS3) de la Agenda 2030 promueve la salud y el bienestar, reduciendo las desigualdades a diferentes escalas que limitan la esperanza de vida. El último informe de progreso sobre Desarrollo Sostenible de la Unión Europea destaca el progreso en el ODS3 hasta 2019, con un incremento del indicador de esperanza de vida al nacer de 0,3% anual entre 2003 y 2018 (81 años), si bien la pandemia de la COVID-19 puede comprometer este avance.
Realidad estadística
La esperanza de vida es una medida estadística que se puede calcular para cualquier edad. Su cálculo se basa en el número total de años vividos desde una edad y en el número de supervivientes a esa edad. Matemática y demográficamente, representa el número esperado de años que restan por vivir a una edad concreta.
El INE calcula la esperanza de vida por un método demográfico riguroso y convencional. Realiza un análisis transversal considerando las defunciones ocurridas en un periodo anual y el tamaño de una población determinada (nacional o de una provincia concreta, por ejemplo), y posteriormente construye tablas de mortalidad y aplica las tasas específicas de mortalidad observadas a cada edad a una cohorte o generación ficticia de 100.000 personas.
Así estima el número promedio de años que restan por vivir a una persona de esa población hipotética a una edad determinada. Por tanto, la esperanza de vida a cualquier edad se estima para un año concreto. Así, la esperanza de vida al nacer es la duración de la vida promedio (años) de las personas nacidas en un determinado año (edad promedio que alcanzarán). En el caso de la esperanza de vida a los 65 años corresponde al promedio de la duración remanente de vida a esa edad.
La esperanza de vida al nacer para la población de España es 83,2 años (según cálculos de 2018), lo que significa que por término medio este es el número de años que vivirá una persona española nacida en ese año, independiente de su sexo. De forma similar, la esperanza de vida de una persona de 65 años estimada en esa misma fecha expresa el número promedio de años que le quedan por vivir (en este caso 21,3 años); es decir, que alcanzará los 86,3 años.
En España durante el siglo XX la esperanza de vida a los 65 años del conjunto de la población se ha duplicado desde los valores al inicio del siglo, especialmente desde 1940, aumentando alrededor de nueve años. Este cambio es menos acusado que el de la esperanza de vida al nacer, que se ha multiplicado por 2,3 durante el siglo pasado, incrementándose 44 años.
Duración de la vida de los mayores
Para facilitar la comprensión y visualizar mejor las diferencias geográficas en la esperanza de vida de la población de personas mayores, el equipo investigador de la Fundación Matrix ha considerado por una parte la esperanza de vida a los 65 años que estima el INE, y ha sumado la cifra 65 a esta cifra, calculando la denominada en el presente artículo ‘esperanza de vida a los 65 años’ (EV65). En otras palabras, hemos expresado cuál es la expectativa promedio de duración de la vida a los 65 años, que equivale a la edad promedio que se alcanza en vez de los años por vivir. Esta variable se ha calculado para la población de mayores en general y desagregada según el sexo.
Por otra parte, la población española no se ha considerado como una única realidad, sino que se han estudiado las 52 poblaciones residentes de sendas provincias y ciudades autónomas de España (unidades de análisis). Consideramos en el presente estudio que el valor promedio del conjunto de poblaciones es representativo de la esperanza de vida de personas mayores de España en un año determinado.
Así, por ejemplo, en 2018 una persona mayor en promedio alcanzará los 86,1 años. Este valor promedio nacional tiene la ventaja estadística de representar mejor el conjunto del territorio nacional y su variabilidad, ya que excluye la influencia del peso que tienen territorios con diferente mortalidad en la estimación del valor a nivel nacional.
Incremento de la esperanza de vida
La Figura 1 muestra la tendencia de crecimiento de la esperanza de vida en general y por sexos de las personas mayores en el periodo 1975-2018. Existe un patrón temporal significativo de aumento del valor promedio de la esperanza de vida, tanto de la población total (1,3 años/década), como de hombres (1,2 años/década) y mujeres (1,5 años/década). Debido a este ritmo diferente de crecimiento, la brecha entre sexos en la esperanza de vida se ha ampliado alrededor de un año a favor de las mujeres.
En este periodo, el incremento medio de la esperanza de vida a los 65 años es de 5,8±0,6 años (media ± desviación típica). La desviación típica informa de la variabilidad geográfica en el conjunto de las 52 poblaciones. La heterogeneidad territorial muestra un rango de variación de 2,8 años, siendo el incremento promedio de la duración de la vida de 4,2 años en Melilla y de siete años en Álava. Un total de 22 provincias y las dos ciudades autónomas presentan una esperanza de vida inferior al promedio nacional.
Desagregando por sexo, el estudio revela que el incremento medio de la esperanza de vida en los hombres mayores es de 5,3±0,6 años. Varía entre 3,9 años en Soria y 6,5 años en Álava y Madrid (rango de variación de 2,6 años). En cambio, el incremento medio de la esperanza de vida en las mujeres mayores es de 6,3±0,9 años, también con una heterogeneidad territorial. Varía entre 3,3 años en Ceuta y Melilla y 7,6 años en Álava (rango de variación de 4,3 años).
Es evidente, por tanto, la existencia de una heterogeneidad o desigualdad territorial de la esperanza de vida promedio, además de la consabida diferencia entre sexos, independientemente del aumento del promedio nacional.
Desigualdad territorial en la duración de la vida
Dado que es conocido que las tasas de mortalidad específicas de mayores se reducen con el tiempo, mejorando así la esperanza de vida, se ha analizado en primer lugar, la esperanza de vida de las 52 poblaciones en los últimos 12 años (2007-2018). De este modo, obviamos la variación temporal en cada población y sintetizamos su esperanza de vida representativa en este periodo en un valor promedio, lo que permite explorar la magnitud de posibles diferencias geográficas.
En segundo lugar, se realiza una innovación metodológica de interés práctico: se calcula una estimación de la esperanza de vida de las personas mayores alternativa a la del INE, utilizando un total de 4,8 millones de defunciones de personas mayores y su distribución por provincias en ese periodo reciente. Para cada año y población se ha estimado la edad de defunción media de las personas que han cumplido 65 años o más.
El resultado se muestra en la Figura 2, donde se aprecia la existencia de una correlación positiva muy alta (0,956) entre la esperanza de vida a los 65 años estimada por el INE (expresada como duración de la vida, EV65) y la edad de defunción media de las personas mayores (duración de la vida promedio, EVe65), ambas calculadas como promedio nacional en este mismo periodo. Esto indica que la edad de muerte promedio de las personas mayores es un estimador muy razonable de su esperanza de vida.
El promedio nacional de duración de la vida de las personas mayores del conjunto de poblaciones para el periodo 2007-2018 es de 83,3±0,9 años, con un rango de variación de 4,3 años. Los valores máximos se registran en Zamora (85), Ourense (84,8) y Salamanca y León (ambos con 84,7). Los valores mínimos se corresponden a las poblaciones con muertes más prematuras: Ceuta (80,7), Melilla (81,3), Las Palmas y Cádiz (ambas con 81,8), y Almería (82).
El promedio nacional de la duración de la vida de los hombres mayores es 81,2±0,9 años, con un rango de variación de 4,4 años. Los valores máximos se registran en poblaciones de Zamora (83,2), Huesca y Cuenca (ambas con 82,9) y Ourense y León (ambas con 82,7). Los valores mínimos en Ceuta (78,8), Melilla (79,3), Las Palmas y Cádiz (ambas con 79,7), y Málaga, Almería y Santa Cruz de Tenerife (las tres últimas con 80).
El promedio nacional de la duración de la vida de las mujeres mayores es 85,3±0,9 años, con el mismo rango de variación que los hombres. Zamora y Ourense (ambas con 86,8), Salamanca (86,6), León (86,5) y Huesca y Cuenca (ambas con 86,2) presentan los valores máximos. Los mínimos corresponden a las poblaciones de Ceuta (82,4), Melilla (83), Las Palmas (83,9), Cádiz (83,7) y Almería (84).
Las mujeres tienen una mayor esperanza de vida por ventajas asociadas a diferencias genéticas y fisiológicas con respecto a los varones, entre otros factores. La Figura 3 permite ver que esta brecha entre sexos en la duración promedio de la vida de las personas mayores (alrededor de 4 años más a favor de las mujeres), existe en todo el territorio. Muestra una correlación geográfica entre la duración de la vida de hombres y mujeres, y una significativa tendencia de disminución lineal y ligera de la brecha entre sexos en las provincias con mayor longevidad. Sin embargo, muestra también la brecha o desigualdad territorial en la duración de la vida similar o superior a la brecha entre sexos (4,1-4,4 años).
INTERACTIVO – Visor cartográfico: visualizar el mapa pulsando el botón de pantalla completa
El mapa del visor adjunto muestra la variación geográfica en esta esperanza de vida a los 65 años (EVe65) total y por sexos, expresada como duración de la vida promedio de la población de mayores. Para facilitar la visualización e identificación de las tendencias de variación, se han generado modelos espaciales basados en los valores de edad de defunción media de las 50 provincias.
La esperanza de vida de la población de mayores total presenta valores más altos en un área interior del noreste alrededor de Zamora, donde la edad de defunción media supera los 84,5 años, así como en otras áreas interiores del noroeste. Existe además una tendencia de reducción gradual de la duración promedio de la vida hacia el este y el sureste e islas, llegando a valores por debajo de los 82 años.
Por sexos aparecen las mismas tendencias geográficas. Para los hombres la duración de la vida supera los 82,5 años también en un área interior del noreste –superando en Zamora los 83 años–, así como en otras áreas interiores del noroeste. Aparece también un gradiente de disminución hacia el sur y las islas, llegando a valores de alrededor de los 80,5 e incluso menos de 80 años. Las mujeres superan los 86,5 años también en áreas interiores del noreste y próximos a esta edad en el noroeste, y muestra un patrón de disminución progresiva hacia el sur y Canarias, donde apenas alcanzan los 84 años.
Dónde se vive más desde los 80 años
Un tercio de la población total de mayores en España tiene 80 años o más, y su número crece de forma exponencial, a un ritmo del 3,2% anual. Esto resume la realidad del sobreenvejecimiento poblacional, con 2,9 millones personas de edad avanzada en 2018 y una proyección de 4,2 millones en España para el año 2030, fecha en que representará casi el 40% de la población de personas mayores total.
¿En qué lugares de España se vive más tras cumplir los 80 años? Si consideramos el promedio nacional, la media de años de vida está en los 88,1±0,4 años, con un pequeño rango de variación de casi dos años arriba o abajo. Sin embargo, las edades de muerte medias más elevadas se registran en Zamora, Salamanca y Ourense (las tres con 88,8 años), León y Madrid (ambas con 88,6), y Huesca y Pontevedra (ambas con 88,5). En 13 provincias la población de personas que alcanza los 80 años fallece por encima de los 88 años y en siete de ellas supera los 88,5 años. Por el contrario, estadísticamente puede afirmarse que las personas octogenarias mueren en promedio antes en Ceuta (86,9), Melilla (87,2), Cádiz (87,3), Almería (87,4), y Málaga y Granada (ambas con 87,5).
La duración de la vida de los hombres mayores de edad avanzada es 87,1±0,4 años (promedio nacional), con un rango de variación de 1,6 años. Los hombres alcanzan una edad media más alta en Zamora (87,9), Salamanca (87,8), y Ourense y León (ambas con 87,7). La vida es más corta en Ceuta y Melilla (ambas con 86,3) y otras provincias del sur, como Cádiz (86,4) y Almería, Málaga y Sevilla (las tres con 86,6). Las mujeres mayores de edad avanzada viven en promedio 88,8±0,5 años, con un rango de variación de 2,3 años. Los valores máximos se registran en Salamanca y Ourense (ambos con 89,6) y Zamora (89,5). Los mínimos en Ceuta (87,3), Melilla (87,8), Cádiz (87,9) y Almería (88).
El mapa del visor adjunto muestra modelos espaciales de la variación geográfica de la esperanza de vida a los 80 años total y por sexos (EVe80, estimada de la misma forma que EVe65), expresada como duración de la vida promedio de la población de mayores de edad avanzada.
Como se puede ver en el visor, la esperanza de vida de las personas octogenarias presenta valores más altos en la mitad septentrional peninsular, donde supera los 88 años, alcanzando valores por encima de 88,5 años en un área interior del noreste y en Madrid. Existe una tendencia de disminución gradual de la duración promedio de la vida hacia el arco mediterráneo y el sur, y en Canarias y otras áreas los octogenarios no superan en promedio los 87,5 años.
Por sexos aparecen las mismas tendencias geográficas. Para los hombres en la mitad norte, la duración de la vida supera los 87,2 años y en un área interior del noreste los 87,6. Existe también un gradiente de disminución hacia el sur y el este, alcanzando valores por debajo de los 86,6 años. Las mujeres superan los 88,8 años también en la mitad norte y en áreas interiores del noreste los 89,5. De nuevo se observa un patrón geográfico decreciente hacia el arco mediterráneo y el sur, donde las octogenarias no alcanzan en promedio los 88 años.
Esta representación geográfica de dónde se vive más en el territorio nacional, actualizada y asequible, es coherente con la distribución geográfica de la población centenaria en España. El número de personas centenarias por cada 100.000 residentes supera las 40 en las provincias más longevas, mientras que es inferior a 25-10 en las de menor esperanza de vida.
Factores ambientales asociados a la esperanza de vida
En este estudio, además de las variables poblacionales, se han considerado seis variables independientes de tipo ambiental o territorial, como posibles predictores de la esperanza de vida de las personas mayores. Cinco de ellas son cuantitativas –promedio espacial de latitud, altitud, proximidad a la costa, temperatura media anual y accesibilidad vial– y la otra variable, la ruralidad, clasifica cada unidad en dos tipologías: rural y urbana. Debe indicarse que estas variables no son totalmente independientes entre sí. La temperatura disminuye con la latitud, la altitud y la distancia a la costa. La accesibilidad vial en España tiende a ser más alta en los ambientes urbanos y con más proximidad a la costa, pero es menor en los lugares rurales más remotos. La temperatura de las áreas urbanas es mayor que en las rurales, así como su calentamiento por el cambio climático ya observado en España.
Tras considerar todas estas variables y sus posibles interacciones en diferentes modelos multivariantes predictivos de la esperanza de vida (EVe65 y EVe80), los resultados generados son razonablemente satisfactorios. Estos indican cuáles de estas variables de forma combinada explican la variación geográfica de la esperanza de vida, aunque existen diferencias en su contribución relativa según el grupo de edad y el sexo de las personas mayores.
Así, los modelos la esperanza de vida de los hombres y mujeres a los 65 años explican el 51 y el 55% de la variación geográfica en función de cuatro variables (Figura 4a). La duración de la vida de los hombres aumenta con la latitud, la altitud y la proximidad a la costa, y disminuye con la accesibilidad vial. Para las mujeres, la latitud y la accesibilidad manifiestan la misma relación que en los hombres pero existe una influencia negativa de la temperatura media anual y del ambiente urbano, especialmente cuando las áreas son menos accesibles. En resumen, la duración de la vida de las personas mayores tiende a alargarse en las provincias más al norte y frescas, y con menor accesibilidad vial. Para los hombres se asocia a más altitud y proximidad a la costa, y para las mujeres a un ambiente más rural y menos accesible.
Alrededor del 60% de la variabilidad geográfica en la esperanza de vida a los 80 años se explica por modelos que utilizan dos o tres variables (Figura 4b). La vida es más larga para los hombres al disminuir la temperatura y la accesibilidad, y aumenta con la proximidad a la costa. En las mujeres aumenta con la altitud y al disminuir la temperatura. Las y los octogenarios alcanzan en general más edad en los climas más frescos de España, de áreas más aisladas o remotas, y además en el caso de los hombres, cerca de la costa, quizá por presentar las temperaturas menos extremas.
En resumen, la duración de la vida de las personas mayores no es independiente de las características ambientales o del territorio. Se prolonga en ambientes menos cálidos o con menos temperaturas altas extremas, probablemente por un efecto beneficioso de este ambiente térmico sobre la salud. Otra posible interpretación podría ser que las áreas menos accesibles podrían favorecer la longevidad por su mejor calidad ambiental, y en particular su menor contaminación atmosférica, especialmente acusado en las mujeres, cuya edad de defunción en las áreas rurales es más tardía.
Otros factores no considerados pueden determinar la duración de la vida de las personas mayores, en especial de aquellas octogenarias. La correlación negativa entre temperatura ambiental y la edad de defunción media sugiere la influencia del clima sobre la esperanza de vida. Para los dos grupos de edad y ambos sexos, la correlación entre el estimador de la esperanza de vida y la temperatura siempre es moderada-alta (valores entre -0,634 y -0,762). Una disminución de la temperatura media de 4ºC se asocia aproximadamente a un incremento de un año más de vida para personas mayores y de 0,5 años más para las personas de edad avanzada.
La influencia genética sobre la longevidad humana individual, importante solo a partir de los 60 años, se estima en un 20-30%. Aunque podría explicar parte de los resultados, otros factores de tipo ambiental y relacionados con el comportamiento (hábitos de vida) contribuyen a explicar el resto de variación en la duración de la vida humana. La temperatura es, precisamente, uno de los factores ambientales más importantes. La susceptibilidad a patologías aumenta con la edad, pero puede estar atenuado por una reducción de la temperatura. Por otra parte, la temperatura corporal, que es un biomarcador de la longevidad humana, disminuye ligeramente con la edad: una reducción modesta de la temperatura ambiental y corporal puede prolongar la longevidad y demorar el envejecimiento individual. En Estados Unidos se ha observado una ligera reducción de la temperatura corporal en los últimos 200 años, que podría estar asociada entre otras causas, a menores fluctuaciones en la temperatura ambiental regulada por los sistemas de calefacción y de aire acondicionado, aunque es desconocida su relación con la longevidad.
La diferencia de temperatura media anual entre territorios de España es muy marcada, 9,8ºC. La ciudad de Melilla, con 19,4ºC y la provincia de León, con 9,6ºC, representan los valores extremos. La duración de la vida de las personas mayores es notablemente más larga en León que en Melilla, 7,6 años para los varones y 10,1 años para las mujeres. En otras palabras, la longevidad es un 10% y un 13% superior para varones y mujeres, respectivamente.
La desigualdad territorial en la mortalidad y en la esperanza de vida ha sido identificada con anterioridad a diferentes escalas y con diferentes enfoques. En el periodo 1984-2004, analizando alrededor de 6,2 millones de muertes en España se identificó una sobremortalidad de las personas mayores de ambos sexos en la mitad sur peninsular. Existen algunas evaluaciones que identifican una ausencia de convergencia en las últimas décadas. En el periodo 2007-2016 la Fundación Matrix también ha detectado un patrón de aumento de la mortalidad específica de hombres mayores y de personas mayores de edad avanzada a escala espacial detallada al disminuir la latitud, en sentido norte-sur, aunque en algunas áreas esta tendencia no está clara o presenta singularidades. Estos hechos sugieren que donde la vida de las personas mayores es más corta podría existir una mayor tasa de mortalidad específica. En otras palabras, una muerte prematura es más probable hacia el sur.
Geográficamente, las altas temperaturas están asociadas a una mayor mortalidad y específicamente a una reducción de los años de vida. En España, algunas áreas con mayor temperatura media anual y mayor calentamiento por el cambio climático en las últimas décadas coinciden con ser áreas que registran una menor esperanza de vida de las personas mayores (este es el caso de la mitad sur peninsular y Baleares). La exposición a temperaturas máximas extremas. La exposición durante los días de calor extremo aumenta la tasa de mortalidad humana en España.
Las diferencias geográficas en esperanza de vida pueden resultar de diferencias genéticas entre las poblaciones, además de a factores ambientales. Existe una mayor contribución genética histórica de poblaciones ancestrales norteafricanas en el sur peninsular, islas Canarias y Ceuta y Melilla.
En España se ha registrado un exceso de mortalidad del 45% sobre la mortalidad esperada en 2019, atribuida en gran parte a la COVID-19. Un informe de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica indica que el 86% de las defunciones corresponde a personas mayores (de 70 años y más), afectando más a hombres que a mujeres a esa edad (47% y 39% del total de defunciones, respectivamente). Esta enfermedad puede reducir la esperanza de vida a los 65 años al menos 0,4 años en España, siendo su impacto potencial local más acentuado en algunas áreas, como Madrid.
Una reciente modelización de la esperanza de vida al nacer que considera múltiples factores de riesgo de la salud en alrededor de 200 países, publicado en la revista médica The Lancet, estima que cuatro países superarán los 85 años para ambos sexos en 2040, siendo España el que alcanza el valor más alto (85,8 años). Es decir, casi cuatro años más que la esperanza de vida al nacer de 2019, año en que se alcanzó ya los 80,9 años.
Los resultados sugieren que la esperanza de vida de las personas mayores en España presenta un patrón de variación geográfica y puede estar parcialmente relacionada con la temperatura ambiental, directa o indirectamente, entre otros factores. En un contexto de envejecimiento poblacional y de cambio climático, existen tres ámbitos principales de las políticas públicas que deben considerar un conocimiento espacial más detallado y las diferencias territoriales. En primer lugar, en la Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico, que debe conocer y priorizar las necesidades geográficas para comprender el ritmo de envejecimiento y las demandas sociales. En segundo lugar, en las políticas dirigidas a mejorar la calidad de vida de las personas mayores (Libro Blanco de Envejecimiento Activo del IMSERSO) y la protección de su salud en el marco de la Estrategia de promoción de la salud y prevención en el Sistema Nacional de Salud. Finalmente y en tercer lugar, podemos destacar la necesidad de contemplar la vulnerabilidad poblacional y territorial en el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2021-2030, pendiente de aprobación.
La investigación aplicada de la Fundación Matrix genera herramientas útiles para identificar la vulnerabilidad de territorios y poblaciones, apoyar la toma de decisiones y sensibilizar a la sociedad en este ámbito tan multidisciplinar y transversal.
Dr. Javier Montalvo, Profesor de la Universidad de Vigo y Director de la Fundación Matrix
Dr. Enrique Ruiz, Responsable de I+D Geoespacial de la Fundación Matrix
Gdo. David Pérez, Investigador de la Fundación Matrix
Artículo divulgativo de resultados de investigación del Programa MAYORSIG y del Proyecto DEMOS, cofinanciados por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, respectivamente, realizados por la Fundación Matrix con la colaboración de la Universidad de Vigo.
Contenido actualizado: 22/06/20
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