30 Oct Edad y causas de muerte de los mayores en España: diferencias entre sexos y factores geográficos

PERSONAS MAYORES Y ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL EN ESPAÑA

Edad y causas de muerte de los mayores en España: diferencias entre sexos y factores geográficos 

 

Aumenta la esperanza de vida y por tanto crece la población de personas mayores. Ante esta situación debemos cuestionarnos lo siguiente: ¿cómo prevenir las enfermedades prevalentes que acortan la vida? ¿existen diferencias entre sexos en las principales causas de muerte? ¿es posible vivir más tiempo con menos enfermedades? ¿existen políticas públicas que atiendan el envejecimiento poblacional y mortalidad de mayores? Tras considerar las causas de más de cuatro millones de defunciones de personas mayores en España, investigadores de la Fundación Matrix y la Universidad de Vigo exponen, entre otras cuestiones, que el cáncer es una enfermedad determinante de una de cada cuatro defunciones de personas mayores y causa la muerte a una edad más temprana. En cambio, los fallecimientos atribuidos a senilidad implican siete u ocho años más de vida en promedio. En las áreas más cálidas la muerte es más prematura por enfermedades cardiovasculares, ateroesclerosis, ictus y otras enfermedades del sistema circulatorio, que causan en conjunto una de cada tres muertes de mayores. La mortalidad por estas enfermedades circulatorias es menor en ambientes urbanos. La Fundación Matrix señala y ayuda a comprender hechos transcendentes para la salud pública que afectan directamente a casi un 20% de la población española, porque la salud de las personas mayores es un derecho social.

  

La desigualdad territorial en la esperanza de vida y los patrones de variación geográfica de la mortalidad específica de las personas mayores (65 y más años), o del envejecimiento poblacional en España, son algunos de los aspectos estudiados por la Fundación Matrix en el marco del Programa MAYORSIG y del Proyecto DEMOS. También ha evaluado la variación temporal de las tasas específicas de mortalidad de mayores según sexo y edad, y su asociación al envejecimiento poblacional, así como el patrón de crecimiento exponencial de la población de mayores y su heterogeneidad geográfica.

En España, casi una de cada cinco personas tiene 65 años o más (19,3% de la población total). La población de mayores de España crece por el aumento de la esperanza de vida y, como resultado, el conjunto de la población envejece. Es la consecuencia obvia de una progresiva reducción de las tasas de mortalidad de las personas mayores. Los avances médicos, científicos y tecnológicos han conseguido mejorar la protección de la salud y disminuir muchas causas de muerte a esta edad.

No obstante, existen demasiadas enfermedades propias de los mayores, sobre todo a edades avanzadas. Algunos especialistas se preguntan lo que no se cuestiona el sistema sanitario ni gran parte de la investigación médica: ¿y si la vejez en realidad fuese una enfermedad, la enfermedad más común? Esta es la provocadora perspectiva de David Sinclair, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, en su libro Alarga tu esperanza de vida (Grijalbo, 2019). Es uno de los científicos que, sin actitud conformista, aspiran a entender los mecanismos biológicos del proceso de envejecimiento. Este conocimiento no sólo podría alargar la vida sino procurar una mayor calidad de vida de las personas.

Sin duda alguna y sin cuestionar que la muerte es algo inherente a la vida individual –e inevitable–, hay dos consideraciones clave a este respecto: la necesidad de envejecer con salud y la posible desigualdad territorial en las causas de muerte. El IMSERSO impulsa el envejecimiento activo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) denominó en 2002 envejecimiento activo al proceso de mejora de la calidad de vida a medida que las personas envejecen. Dos políticas clave promueven este fin: prevenir el exceso de discapacidades, enfermedades crónicas y mortalidad prematura, y reducir los factores de riesgo relacionados con las causas de enfermedades importantes, protegiendo la salud durante el curso de la vida. Por una parte, el mejor envejecimiento individual, el más saludable, es aquel que se da en ausencia de enfermedades o con menos enfermedades. Para la OMS el envejecimiento saludable es el fomento y mantenimiento de las capacidades que permite a una persona ser y hacer lo que desea, su bienestar, a edades avanzadas. Las enfermedades restan calidad de vida a las personas mayores, no solo acortan la vida. Es común la presencia de múltiples patologías, de varias enfermedades crónicas en las personas de edad avanzada. Por tanto, un envejecimiento saludable ahorraría la polimedicación inadecuada y sus riesgos, además de considerables costes en fármacos al sistema sanitario.

Por otra parte, las poblaciones humanas suelen ser duraderas, al contrario que los individuos, que desaparecen por una u otra causa de muerte. Un enfoque de mortalidad poblacional, ecológico y territorial, puede ayudar a  a conocer una posible desigualdad territorial y entre sexos. En concreto, a identificar la distribución y consecuencias de las enfermedades que causan más muertes en los hombres y mujeres mayores y a priorizar las acciones para proteger su salud.

 

 

Un objetivo estratégico de las políticas de salud pública debe ser prevenir las enfermedades causantes de más muertes. Identificar las principales enfermedades que acortan la vida de las personas mayores, su variabilidad geográfica y los factores asociados, es de extrema relevancia para la Administración sanitaria. En las personas mayores, ¿las enfermedades del sistema circulatorio causan más muertes que las respiratorias?, ¿el cáncer afecta más a hombres o a mujeres?, ¿la situación geográfica o el clima determinan una muerte senil más prematura o una mayor mortalidad por enfermedades del sistema digestivo? Estas son algunas preguntas que el equipo de la Fundación Matrix aborda y cuyos resultados se muestran a continuación, exponiendo cifras concretas y gráficas que ayudan a comprender este desafío de la mortalidad de las personas mayores con una perspectiva de género. Se examina desde la mortalidad específica nacional de las enfermedades más importantes hasta la heterogeneidad de la edad de defunción y diferencias entre sexos a escala autonómica, identificando los factores subyacentes.

Recientemente, la mortalidad por COVID-19 en España ha desnudado una cruda realidad. Considerando las defunciones oficiales por esta enfermedad, 28.441, España es el cuarto país europeo con más defunciones, detrás de Reino Unido, Italia y Francia.

Pues bien, ser mayor es un factor de riesgo. La edad mediana de los pacientes de COVID-19 fallecidos es 83 años, significativamente superior a la edad mediana de aquellas personas sin final fatal (58 años). El 87% de las defunciones corresponde a personas con más de 70 años, de los cuales el 95% presentaba algún tipo de enfermedad previa, y el 60% padecía una enfermedad cardiovascular.

El Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria en España (MoMo) ha identificado un periodo de exceso de mortalidad por todas las causas del 13 de marzo al 22 de mayo de 2020. Esto significa que existen más defunciones registradas que las estimadas considerando los fallecimientos observados en los últimos 10 años. En concreto, la cifra estimada de defunciones en exceso es 43.938, un 57,2% más, en gran parte atribuible a COVID-19. El 95% de este exceso de mortalidad corresponde a personas mayores (41.928 defunciones estimadas), afectando especialmente a las de mayor edad: el 84% de las defunciones en exceso corresponde a personas de 74 años o más.

 

 

Enfermedades con mayor mortalidad

Usamos información estadística de defunciones del INE sobre mortalidad de mayores por causa básica de muerte según los criterios de clasificación de enfermedades establecidos por la OMS. Un total de 4.066.556 defunciones del periodo 2007-2018, de las cuales 2.458.158 corresponden a hombres y 2.343.040 a mujeres. Estas defunciones representan el 85% del total de muertes en la población nacional en ese periodo, el 80% de las defunciones de hombres y el 90% de las correspondientes a mujeres. Hemos considerado ocho grandes grupos de enfermedades como causas de muerte más un caso especial, senilidad (Figura 1). Ésta última es una afección imprecisa inherente a las personas de edad avanzada, la muerte senil resulta de decadencia física y sin enfermedad, al menos aparente.

Figura 1. Frecuencia relativa de causas de muerte por las principales enfermedades y senilidad de personas mayores por sexos de tres grupos de edad: (a) 65 y más años; (b) de 65 a 80 años y (c) 80 y más años. Basado en 4.801.198 defunciones del periodo 2007-2018. Fuente de datos INE (2019).

La causa de alrededor del 70% de las defunciones en el periodo estudiado son enfermedades del sistema circulatorio (aterosclerosis, hipertensión, cardíacas, infarto de miocardio, otras enfermedades isquémicas del corazón, insuficiencia cardiaca, ictus, etc.), diferentes tipos de tumores malignos, y enfermedades del sistema respiratorio (gripe, neumonía, enfermedades de las vías respiratorias, asma, insuficiencia respiratoria, etc.). Las enfermedades circulatorias y cáncer constituyen el 56% de las defunciones.

La Figura 1 muestra la distribución de las principales causas de muerte por grupos de edad y sexo. La Figura 1a muestra que los hombres mayores mueren más que las mujeres por cáncer (13 puntos más) y enfermedades respiratorias (cuatro puntos más). Para el resto de causas, las mujeres siempre muestran mayor proporción que los hombres (aunque con diferencias pequeñas), excepto para las enfermedades circulatorias (siete puntos más en ellas que en ellos).

 

 

Para el grupo entre 65 y 80 años, la Figura 1b muestra que los hombres mueren más que las mujeres por cáncer (seis puntos más) y enfermedades respiratorias (tres puntos más). Para el resto de causas, las mujeres también muestran siempre mayor proporción que los hombres, aunque con diferencias pequeñas.

La Figura 1c muestra que también los hombres de edad avanzada mueren más que las mujeres de esta edad por cáncer (10 puntos más) y por enfermedades respiratorias (cinco puntos más). Para el resto de causas, las mujeres siempre muestran mayor proporción que los hombres, aunque con diferencias pequeñas, excepto para las enfermedades circulatorias (siete puntos más).

En este contexto, en 2020 la COVID-19 es ya la cuarta causa de muerte de personas mayores en España. Podría rivalizar con la tercera posición ocupada por el conjunto de enfermedades respiratorias (Figura 1a).

 

 

Figura 2. Diagrama de cajas de la edad de defunción media por las nueve principales causas de muerte de personas mayores por sexos. La línea vertical en el rectángulo representa la mediana y las líneas horizontales el rango de variación sin datos atípicos. Basado en datos de 4.801.198 defunciones del periodo 2007-2018 por Comunidades Autónomas y ciudades autónomas. Fuente de datos: INE (2019).

 

Edad de defunción por causa de muerte

¿Qué causas acortan más la vida en las personas mayores? La Figura 2 muestra las diferencias de edad de defunción media de personas mayores para las nueve principales causas de muerte en el periodo estudiado. Este es el orden desde la edad de muerte más prematura a la más tardía: cáncer, enfermedades digestivas, endocrinas (incluimos bajo esta denominación también las nutricionales y metabólicas), circulatorias, respiratorias, hematológicas, nefrológicas, neurológicas y senilidad. En mujeres las enfermedades hematológicas, nefrológicas y neurológicas se desvían de esta tendencia y muestran edades de muerte más tempranas que las respiratorias.

La Figura 2 también muestra una variabilidad geográfica aparece en ambos sexos en la edad para algunas causas de muerte. Es más limitada para cáncer, senilidad y enfermedades del riñón, mientras que para hematológicas y digestivas es más notable. También expresa las diferencias de simetría en la distribución entre causas y sexos.

 

 

El cáncer produce la edad de muerte más temprana, 78,2 años en hombres y 80,6 en mujeres. Acorta más la vida de las personas mayores en promedio un 8-9% respecto a la muerte senil. Las enfermedades circulatorias causan una edad de muerte media de 82,1 años en hombres y 86,3 en mujeres, un 2-3% menos que la edad de muerte por senilidad. Las enfermedades respiratorias producen la muerte en promedio a los 83,2 años en hombres y a los 86,7 en mujeres (un 2% menos respecto a la muerte senil).

Las diferencias entre sexos se observan para todas las causas de muerte, si bien varían entre causas. Siempre la edad de fallecimiento es más temprana en hombres que en mujeres. Para las enfermedades circulatorias las mujeres mueren en promedio 4,2 años más tarde que los hombres y se demora 4,3 años más para las digestivas. Para las demás causas la edad de muerte supera a los hombres entre dos y cuatro años, excepto para las enfermedades del sistema nervioso, para las cuales la mayor longevidad femenina solo es de 1,1 años.

 

Mayor mortalidad al noroeste

Además de examinar la edad de defunción de las principales causas de muerte de mayores, resulta interesante conocer la posible variabilidad geográfica de la mortalidad de este grupo poblacional. El mapa del visor muestra esta variabilidad territorial de la población total de mayores para seis enfermedades diferentes. Muestra la existencia de variabilidad geográfica entre las poblaciones de las 50 provincias.

INTERACTIVO – Visor cartográfico: visualizar el mapa pulsando el botón de pantalla completa

Para enfermedades circulatorias, la heterogeneidad aparente es escasa, con tasas entre el 3‰ y el 6‰, pero destaca una concentración de tasas más altas en el noroeste, donde se alcanzan valores máximos superiores al 7‰ en Ourense y Zamora, y al  8‰ en Lugo. Madrid es una singularidad con una tasa menor del 3‰.

Las enfermedades respiratorias presentan un rango estrecho de variación y una aparente uniformidad, con tasas predominantes entre el 0,8‰ y 2‰. Sin embargo, también se observa una tendencia de concentración de tasas altas en el noroeste, donde se alcanzan valores máximos superiores al 2‰ en Ourense y Zamora, y próximos en Lugo (1,8‰), aunque Ávila y Cuenca presentan valores del 1,9‰. Madrid es una singularidad y junto a una mayoría de provincias de la costa mediterránea, entre otras, presenta valores alrededor del 1‰ o inferiores.

Las enfermedades oncológicas muestran en general mayores tasas en la mitad septentrional, superiores al 0,25‰ y en el noroeste se alcanzan valores máximos próximos al 0,4‰ en Lugo, Ourense y Zamora. Madrid de nuevo es una singularidad y junto a cuatro provincias mediterráneas (Baleares, Murcia, Almería y Málaga) y Las Palmas, presentan tasas menores (cercanas al 0,2‰).

Las enfermedades neurológicas también muestran valores máximos superiores al 3‰ en el noroeste, Ourense y Lugo, y entre el 2,3 y el 2,5‰ en Zamora, Asturias y Cantabria, grupo al cual se añade Teruel (2,7‰). Madrid es una singularidad, con una tasa menor cercana al 1‰, que es aún inferior en Las Palmas.

Las enfermedades sanguíneas, a pesar de un rango estrecho de variación, también presentan valores máximos en el noroeste, donde se alcanzan del 0,17‰ en Ourense y Lugo, sin evidencia de un patrón geográfico claro. La tasa de mortalidad por enfermedades renales, con un rango estrecho de variación, no muestra un patrón de variación claro.

 

 

Factores de riesgo geoespaciales

Para explorar la posible relación de la esperanza de vida de personas mayores con variables geoespaciales, es decir atributos geográficos y ambientales con una referencia espacial, se analizaron estadísticamente las posibles diferencias en la edad de defunción media y la tasa de mortalidad de las nueve principales causas de muerte de la población de 65 años y más entre las 17 CCAA y dos ciudades autónomas en el periodo 2007-2018. Mediante una modelización multivariante se analizó su asociación con cuatro variables geoespaciales independientes cuantitativas (promedio espacial de latitud, altitud, temperatura media anual y accesibilidad vial) y una categórica, el grado de ruralidad (con dos clases, rural y urbano). La accesibilidad vial es indicador del grado de aislamiento relativo de una población respecto al resto.

Los modelos de la edad de muerte por enfermedades son razonablemente satisfactorios. Entre dos y cuatro variables geoespaciales aparecen como factores que explican en general más de los 80% de la variación geográfica en la edad de defunción para siete causas de muerte consideradas y más del 55% para otros dos tipos de enfermedades.

La edad de defunción media muestra una variación geográfica idiosincrática dependiente de varias variables geoespaciales, es decir, cada causa de muerte tiene un conjunto de variables, o una influencia de las misma,s propio. La Tabla 1  sintetiza la relevancia geoespacial sobre la edad de defunción para las principales causas de muerte. Destaca la coincidencia para ambos sexos del efecto de las variables, si bien en cáncer, senilidad y enfermedades circulatorias influyen tres variables geoespaciales que son determinantes en uno u otro sexo, aunque en las dos primeras enfermedades comparten la influencia para ambos de una o dos variables.

 

Tabla 1. Factores geoespaciales asociados a la variabilidad de la edad de muerte media por las causas más importantes para personas mayores (65 y más años) por sexos a nivel autonómico en el periodo 2007-2018. Los símbolos verde y rojo indican un aumento o reducción de la edad, respectivamente, por el aumento o presencia de las variables indicadas (la ausencia de símbolos indica que no existe asociación estadística con los factores). Las enfermedades endocrinas incluyen las nutricionales y metabólicas. Fuente de datos: INE (2019).

 

Para enfermedades circulatorias, cáncer y senilidad la edad de defunción media aumenta en las áreas más frías (mayor latitud y altitud en varones, y menor temperatura media en mujeres). Para enfermedades respiratorias y hematológicas también en las áreas de clima más frío. Para enfermedades neurológicas, nefrológicas y endocrinas en las áreas más al norte y con mayor altitud –más frías, aunque la temperatura no aparezca en el modelo–. La accesibilidad vial (menor aislamiento) aparece como un factor asociado a muerte prematura por cáncer, enfermedades respiratorias, senilidad y enfermedades digestivas. La edad de defunción por senilidad y por enfermedades respiratorias para mujeres es mayor en las áreas más urbanas.

En resumen, como pauta general para las nueve causas de defunción de mayores, se vive más (muerte menos prematura) en las áreas más frías (hacia el norte, a mayor altitud o a menor temperatura media anual) y, además, para cáncer, senilidad, enfermedades respiratorias y digestivas en las áreas más aisladas. La asociación entre áreas de clima más frío y muerte más tardía es consistente con la tendencia de aumento de la esperanza de vida de personas mayores en España en estas áreas.

 

 

Los modelos explicativos de la variación geográfica de la tasa de mortalidad son razonablemente satisfactorios solo para algunas causas. De una a cuatro variables geoespaciales son factores de riesgo explican en general entre el 60% y 80% de esta variación para cuatro causas consideradas (cáncer, senilidad, digestivas y endocrinas) y alrededor del 50-55% para otros dos tipos de enfermedades (circulatorias y nefrológicas). Las enfermedades respiratorias, neurológicas y hematológicas son independientes de la variación geográfica considerada.

La Tabla 2 sintetiza la influencia geoespacial en la mortalidad por diferentes causas de varones y mujeres mayores. Destaca en general la coincidencia para ambos sexos, si bien para cáncer, senilidad y enfermedades circulatorias y renales, el modelo incluye una o dos variables geoespaciales que no son determinantes en los hombres.

 

Tabla 2. Factores geoespaciales asociados a la variabilidad de la tasa de mortalidad por las causas más importantes para personas mayores (65 y más años) por sexos a nivel autonómico en el periodo 2007-2018. Los símbolos verde y rojo indican una reducción o aumento de la mortalidad, respectivamente, por el aumento o presencia de las variables indicadas (la ausencia de símbolos indica que no existe asociación estadística con los factores). Las enfermedades endocrinas incluyen las nutricionales y metabólicas. Fuente de datos: INE (2019).

La tasa de mortalidad también muestra una variación geográfica idiosincrática dependiente de varias variables geoespaciales. La mortalidad por cáncer y senilidad disminuye en las áreas de mayor altitud promedio, más cálidas –excepto para varones por cáncer–, y más accesibles. Para enfermedades circulatorias, disminuye en las áreas de mayor altitud para varones y más meridionales para mujeres. Para enfermedades nefrológicas y digestivas en las áreas más frías, y también en las áreas más meridionales para las nefrológicas. Para el grupo de enfermedades endocrinas, nutricionales y metabólicas disminuye en las áreas más septentrionales. La mortalidad por enfermedades circulatorias y digestivas disminuye en las áreas más urbanas, y lo contrario sucede para mujeres por muerte senil.

Cinco causas de muerte de la población de personas mayores, incluyendo cáncer y senilidad, que representan alrededor del 40% de total de defunciones (1,7 millones), comparten una asociación entre menor tasa de mortalidad y mayor edad de defunción y áreas de clima más frío­. En general, para las nueve enfermedades se vive más tiempo (mortalidad menos prematura) en áreas de clima más frío.

Los efectos geoespaciales sobre la tasa de mortalidad y edad de defunción media por enfermedades de la población de mayores son indirectos y complejos, y pueden subyacer a los patrones de variación geográfica norte-sur de incremento de la mortalidad específica y de edad de muerte más prematura de mayores. Los grupos de enfermedades considerados no permiten identificar asociaciones más detalladas ni posibles relaciones causa-efecto, y los modelos subrayan la complejidad y multicausalidad subyacente. Por ejemplo, la tasa de mortalidad de mujeres mayores por cáncer podría presenta un efecto modulador positivo de la temperatura compatible con el de posiciones geográficas de clima más frío (más septentrionales o de mayor altitud). La disminución de la tasa de mortalidad por cáncer y senilidad en ambos sexos por la mayor accesibilidad vial, sugiere que sería un factor indirecto beneficioso por estar asociado a mayor protección de la salud poblacional de pacientes con enfermedades cuyo tratamiento o atención requieran una mayor frecuencia de acceso o uso de servicios socio-sanitarios. Una explicación similar podría subyacer a la menor tasa de mortalidad por enfermedades circulatorias en ambientes urbanos.

 

 

Reto demográfico

El envejecimiento poblacional es un reto demográfico de primer orden, no sólo por sus implicaciones de salud, sino por sus consecuencias económicas. Por eso es necesario conocer los impulsores geográficos del envejecimiento poblacional y de la salud de las personas mayores. Prevenir las enfermedades prevalentes en las personas mayores no solo alarga su vida sino que puede mejorar su calidad sustancialmente.

Las Directrices Generales de la Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico identifican la atención prioritaria que representan las personas mayores. Se necesita complementar la perspectiva del envejecimiento activo con políticas activas sobre el envejecimiento.

La Secretaría General para el Reto Demográfico del MITERD debería afrontar esta tarea conjuntamente con el Ministerio de Sanidad. Con este fin es imprescindible comprender la desigualdad territorial en la esperanza de vida de la población de mayores y realizar esfuerzos para una prevención estratégica más eficaz de las enfermedades que restan años y calidad de vida a nuestros mayores.

 

Dr. Javier Montalvo, Profesor de Ecología de la Universidad de Vigo y Director de la Fundación Matrix

Dr. Enrique Ruiz, Responsable de I+D Geoespacial de la Fundación Matrix

Grdo. David Pérez, Investigador de la Fundación Matrix

 

Artículo divulgativo de resultados de investigación del Programa MAYORSIG y del Proyecto DEMOS, cofinanciados por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, respectivamente, realizados por la Fundación Matrix con la colaboración de la Universidad de Vigo.

Contenido actualizado: 30/07/20

 

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