28 Feb Igualdad y prevención de la violencia de género: también en Madrid las chicas son ‘mejores’
TALLERES PREVENTIVOS DE VIOLENCIA DE GÉNERO
Igualdad y prevención de la violencia de género: también en Madrid las chicas son ‘mejores’
Para prevenir la violencia género es crucial conocer cuáles son sus condicionantes y desarrollar acciones educativas que conciencien a las futuras generaciones de lo nocivo de estos hechos delictivos y las preparen para actuar en caso de presenciarlos. Los resultados obtenidos por la Fundación Matrix a través del Programa PROMUJER subvencionado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social y con el patrocinio de la empresa AVON avalan esta necesidad. Una intervención mediante talleres de teatro foro para adolescentes en diferentes centros educativos de la Comunidad de Madrid, y un estudio empírico asociado, permite afirmar con objetividad que las chicas son ‘mejores’ a la hora de entender la complejidad de la violencia de género y los recursos necesarios para afrontarla. Además, confirma la necesidad y eficacia de las acciones educativas desarrolladas por la Fundación Matrix en este ámbito.
En estos tiempos en que el maltrato y asesinato de mujeres por su pareja o expareja siguen siendo hechos demasiado comunes, y que afortunadamente el empoderamiento femenino para contrarrestar esta lacra es una esperanza muy viva, conviene “no empezar la casa por el tejado” sino por los cimientos. ONU Mujeres recomienda, para superar los estereotipos de género, recordar a las niñas que son fuertes, capaces y se merecen el mismo respeto que los niños. Hay que elogiarlas por su inteligencia, fortaleza, y capacidad de liderazgo, y deben entender que sus pensamientos y opinión importan, porque son mucho más que su apariencia física.
Estas recomendaciones deben materializarse fomentando la igualdad en todos los sectores y condiciones que sin duda las mujeres merecen, y de las que desgraciadamente hoy en día persisten brechas de género en muchos ámbitos, sin negar las diferencias naturales existentes en ambos sexos, ya que
Algunas diferencias biológicas entre sexos son innatas, como las cromosómicas y hormonales y cerebrales. Otras son culturales, producidas por la educación, el ambiente social y las experiencias que vivimos y, por tanto, son fruto de un aprendizaje diferente entre sexos. Las diferencias no expresan superioridad en derechos, pero no podemos ignorar hechos como que la mujer percibe más gamas de color que el hombre, tiene un olfato más sensible o soporta más dolor en condiciones extremas, por recordar algunos ejemplos. Que la mujer tenga menos fuerza física que un hombre no debe ser un motivo de segregación ni división sexual del trabajo, ni de lucha o conflictos entre sexos sino todo lo contrario: la combinación de capacidades complementarias de ambos genera una fortaleza de equipo imparable.
El famoso Informe PISA, en su edición de 2018, argumenta que las diferencias entre sexos en el rendimiento escolar pueden en parte estar relacionadas con diferencias en cómo socializan, tanto en casa como en el centro educativo. Chicas y chicos tienen modelos de socialización distintos, que condicionan incluso sus actitudes y su vida personal. Según dicho Informe, incluso el tipo de actividades del alumnado en su tiempo libre podría condicionar su aprendizaje.
Dado que los diferentes modelos de socialización influyen de forma clara en las actitudes y comportamientos, máxime en los adolescentes, coincidimos con la comunidad de expertos en los beneficios a corto y medio plazo de concienciar a edades tempranas en materia de igualdad de género. Y hacerlo mediante estrategias que les permitan un aprendizaje en comunidad que resulte significativo. Por ello, la Fundación Matrix, Investigación y Desarrollo Sostenible, a través del Programa PROMUJER, continúa ampliando su muestra de estudiantes de ESO y Bachillerato españoles, en este caso madrileños, para evaluar su grado de conocimiento sobre la igualdad, los condicionantes y su percepción de la violencia de género a estas edades, a la par que conciencia y enseña pautas de actuación ante situaciones de este tipo que pudieran encontrarse en algún momento de su vida. Con esta finalidad, la Fundación ha realizado un total de 118 talleres educativos repartidos por 30 centros de la Comunidad de Madrid con los que ha llegado a 3.400 alumnos, la mayoría entre 14 y 17 años, y más de 100 profesores.
Estas actividades surgen del apoyo al Programa del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, junto al patrocinio de la empresa de cosmética AVON. Se trata de una iniciativa de prevención de la violencia machista exitosa, que se ha desarrollado en 2019, además de en Madrid, en Galicia y con apoyo de otras Administraciones Públicas. De esta forma, la Fundación Matrix contribuye cada vez con más fuerza, a una de las medidas previstas en el Pacto de Estado en materia de Violencia de Género para impulsar políticas de erradicación de la violencia sobre la mujer.
Centros educativos madrileños de municipios con características tan diversas como Paracuellos del Jarama, Alcalá de Henares, Pinto, Fuenlabrada, Móstoles, Alcorcón, Getafe, Torrejón de Ardoz, San Sebastián de los Reyes, Valdemoro, Villarejo de Salvanés, Coslada, Leganés, Parla y la propia capital participaron en este estudio orientado a conocer sus opiniones sobre la igualdad de género y evaluar el impacto de talleres de prevención de la violencia de género. Estos municipios forman parte de partidos judiciales con una situación crítica o grave, según las identificadas en 2019 por investigadores de la Fundación Matrix, y presentan unas tasas de esta violencia entre el 6‰ y el 9‰.
Para conocer la opinión del alumnado y evaluar la efectividad de los talleres se realizaron encuestas antes y después de los mismos. Los resultados indican que las chicas son ‘mejores’ que los chicos en algunos atributos relevantes: sobresalen en determinados conocimientos, actitudes, capacidades, comportamientos y grado de aprendizaje sobre la violencia machista. Estos resultados no evidencian cuál es la causa, biológica o sociocultural, simplemente revelan tendencias. Exponemos a continuación de forma resumida 14 resultados derivados de este estudio, una evaluación rigurosa que revela o cuestiona tópicos sobre diferencias entre sexos. Es esencialmente coincidente con los resultados obtenidos en Cataluña y Galicia.
1. Las chicas conocen mejor la desigualdad de género existente en nuestra sociedad. Perciben menos seguridad en la calle, más brecha salarial, un reparto poco equilibrado de las tareas en el hogar y cuidados familiares, y menos posibilidades de acceso al empleo y de ascenso en este. Este conocimiento de las chicas es muy superior al de los chicos, alrededor de 10-20 puntos porcentuales más. Sólo un 2% del alumnado femenino considera que no existe desigualdad, frente a un 9% de los chicos.
No obstante, persiste una proporción del alumnado relevante que no identifica la desigualdad existente en nuestra sociedad (entre el 30% y el 90% de los chicos y entre el 10% y el 85% de las chicas, aproximadamente dependiendo del ámbito). La diferencia entre sexos existe a todas las edades. Llama la atención el hecho de que a medida que aumenta la edad de los chicos, disminuye la percepción de desigualdad en salarios, acceso y ascenso en el trabajo, o realización de tareas del hogar y cuidados familiares, lo que ocurre en menor medida o no sucede en las chicas (solo disminuyen su percepción de desigualdad a medida que crecen en los salarios).
2. Las chicas tienen una mayor ruptura con los estereotipos de género que los chicos. Los estereotipos y roles de género son ideas preconcebidas, adquiridas desde la infancia o conceptos presentes en el imaginario colectivo originados por construcciones sociales que clasifican los atributos de una persona según su sexo. A mayor ruptura con aquellos estereotipos de género por parte de las y los adolescentes, más proclives serán a la igualdad entre sexos. Así, el grado de ruptura con los estereotipos y roles de género según el presente estudio, es en líneas generales superior en las chicas que en los chicos. Las chicas presentan una mayor ruptura con los estereotipos especialmente con los siguientes: ellas son más capaces de cuidar, dar afecto y comprender mientras que ellos son mejores en el deporte, más decididos y menos cariñosos; los chicos son más impulsivos y menos sensibles que las chicas; las chicas relacionan sexo con amor y ellos con diversión y naturaleza (estereotipo aún menos aceptado por los chicos que por las chicas); y un chico es más atractivo si muestra seguridad, agresividad, sociabilidad y valentía (una ruptura muy similar a la de los chicos en este aspecto). En general, las diferencias entre sexos no dependen de la edad, aunque en algunos estereotipos se reducen estas diferencias (como por ejemplo en la afirmación de que ellas son más capaces de cuidar, dar afecto […] y ellos más decididos y menos cariñosos, donde a más edad en los chicos, mayor ruptura de este estereotipo mientras que en las chicas se da una mayor interiorización).
3. Las chicas y los chicos siguen los roles del modelo afectivo del amor romántico. El comportamiento adolescente en las relaciones afectivo-sexuales asociado al ideal de amor romántico es tóxico para el desarrollo de las relaciones interpersonales. En este estudio, se expusieron frases usadas en las redes sociales que representan, según expertos en la materia, tópicos o mitos del amor romántico. Los mitos de la justificación de los celos como señal de amor (“no son celos, no es que desconfíe de ti, solo tengo miedo a perderte”), y el de la complementariedad (“no sé qué sería de mí si te pierdo”) son más frecuentes en los chicos que en las chicas. No hay apenas diferencias entre sexos en los mitos de la omnipotencia del amor (“cuando el amor no es locura, no es amor”), ni en la normalización del conflicto (“cuanto más se ama más se sufre, cuanto más se sufre más se aprende”), un mito este último muy normalizado por el alumnado. Los mitos más predominantes en las chicas que en los chicos, sobre todo a partir de los 16 años, son los de la totalización del amor o la entrega total (“algún día te darás cuenta de que lo daba todo por ti”), el mito de la media naranja (“existe una persona predestinada para cada una/o”), y el del amor como posesión y exclusividad (“tengo miedo de que llegue alguien mejor y te pierda”), mitos que son por cierto (salvo el del amor como exclusividad), normalmente adjudicados a las mujeres en el modelo de amor romántico.
La normalización de la existencia de celos en la pareja, o complacer a ésta aunque no guste hacerlo son comportamientos asumidos por el 64% y 57% del alumnado respectivamente (los celos están 6 puntos porcentuales más normalizados entre las chicas, mientras que la complacencia a la pareja lo está 11 puntos porcentuales más normalizados entre los chicos). Ponerse la ropa que le gusta sólo a su pareja y considerar que las amistades son menos importantes con novia/o, es compartido por alrededor del 45% de las chicas (cinco puntos porcentuales más que ellos).
Sin embargo, existen comportamientos tóxicos con porcentajes de normalización aún preocupantes en las chicas, basado en el modelo de amor romántico: las chicas aceptan en mayor medida que los chicos como algo normal mantener constantes discusiones, o que tengan acceso a las contraseñas y el móvil de la pareja (en ambos casos, ocho puntos porcentuales más que ellos). La edad puede ser relevante en algunos casos. A partir de los 16 años las chicas normalizan mucho más que los chicos el hecho de ponerse la ropa que le gusta a su pareja (10 puntos porcentuales más que los chicos), mantener constantes discusiones (14 puntos porcentuales más) y tener acceso a las contraseñas y el móvil de la pareja (15 puntos porcentuales más).
Esta naturalización de comportamientos no saludables para las relaciones de pareja, a veces desigual entre sexos, puede estar relacionado con la manera en que identifican los adolescentes la violencia de género, o cómo reaccionan ante la misma.
4. Las chicas han vivido en mayor proporción, y en algunas ocasiones en su entorno, situaciones de violencia de género. Esta diferencia es destacada en prácticamente todas las situaciones (entre 2 y 13 puntos porcentuales más que los chicos) aunque en general, el alumnado las ha vivido o percibido en una baja proporción (Figura 1). Así, por ejemplo, las chicas han vivido más situaciones de violencia psicológica (amenazas e insultos, quitar libertad a la pareja prohibiéndole hacer actividades, o menospreciar y denigrar) y violencia física (golpear o castigar físicamente). Otras formas de violencia machista, aunque también manifiestan diferencias entre sexos, son más desconocidas por el alumnado. Con la edad, aumenta claramente la proporción de experiencias de violencia vividas y su identificación, ya que el alumnado gana en información, madurez y experiencia.
5. Las chicas reconocen mejor la violencia de género en las relaciones de pareja que los chicos (Figura 2). El alumnado reconoce seis formas de violencia de género en una alta proporción y de forma similar por ambos sexos (entre el 83% y el 93%), aunque las chicas con una frecuencia ligeramente superior a ellos en cuatro formas de violencia (sobre todo a partir de los 17 años). En líneas generales, a mayor edad del alumnado, menor reconocimiento de estas formas de violencia (algo probablemente muy vinculado a una mayor normalización de las mismas).
6. Las chicas conocen mejor los riesgos de violencia de género en las relaciones de pareja que los chicos. Toda la comunidad científico-técnica en materia de violencia de género, considera como factores de riesgo o influyentes en las situaciones y frecuencia de violencia machista el lugar de origen, la situación económica del entorno donde se producen estas situaciones, el nivel de estudios o la edad. Por ello, se preguntó al alumnado acerca de esta cuestión y su conocimiento y/o percepción al respecto. Los resultados muestran que el alumnado desconoce las situaciones de riesgo: sólo entre el 28% y el 48% identifica claramente que la nacionalidad, el carácter rural o urbano, o la situación económica pueden ser factores potenciales determinantes de la violencia machista en las relaciones afectivo-sexuales. Otros factores considerados, como el nivel de estudios o la edad de riesgo, son considerados por el alumnado factores de riesgo mucho menores (menos del 20% del alumnado los consideran factores de riesgo). En líneas generales y como tónica habitual en este estudio, las chicas identifican ligeramente mejor estos factores de riesgo, y de forma más marcada a mayor edad (16-17 años). El 25% de las chicas y el 35% de los chicos declararon desconocer estos riesgos y su relación con las situaciones de violencia de género, hecho que apuntala la importancia de actividades formativas y de concienciación como esta ejecutada por la Fundación Matrix.
7. Las chicas identifican mejor la violencia de género física que los chicos. El alumnado en su mayoría identifica correctamente los mecanismos de violencia de género que se desarrollan durante la representación del taller (de tipo psicológica). Sin embargo, las chicas reconocen mejor la violencia física que los chicos, sobre todo a partir de los 17 años (66% frente a un 56% de ellos), mientras que, curiosamente, ellos reconocen ligeramente más la violencia de tipo sexual (10% frente al 8% de ellas) y en mayor medida, a edades más tempranas (14-15 años).
8. Las chicas comprenden mejor que los chicos los factores culturales que influyen en la perpetuación de la violencia de género. La supuesta superioridad del hombre sobre la mujer se considera como un factor influyente en la perpetuación de las situaciones de violencia de género por la gran mayoría de las chicas y chicos encuestados (91% y 87%, respectivamente). El aprendizaje de estereotipos de sexo y la transmisión de roles diferenciados entre hombres y mujeres lo perciben como un factor influyente mucho más ellas que ellos (alrededor de 15 puntos porcentuales más). Las diferencias entre sexos son, en general, independientes de la edad. Únicamente a los 17 años o más se incrementa en las chicas el reconocimiento de la diferenciación de roles entre hombres y mujeres alrededor de 20 puntos porcentuales con respecto a los chicos de esa misma edad.
9. Las chicas reconocen mejor que los chicos las formas de violencia de género en las relaciones de pareja. En general, el alumnado reconoce mayoritariamente diferentes manifestaciones de la violencia de género en alguna de sus formas (psicológica, física y sexual). El 90% o más del alumnado relaciona claramente las formas violencia psicológica (descalificar/menospreciar), sexual (obligar a prácticas sexuales) y física (amenazar, golpear o similar). Entre el 80% y el 90% identifica las formas de violencia psicológica asociadas al control y vigilancia de la pareja, o la privación de libertad. La menos reconocida como violencia de género es la psicológica relacionada con mostrar celos (solo la reconoce la mitad del alumnado). Además, las chicas identifican más que los chicos estas formas de violencia (entre 5 y 10 puntos porcentuales más).
Tan solo en las manifestaciones de violencia psicológica vinculadas a las discusiones y violencia verbal, junto a los celos, se observa un mayor reconocimiento a mayor edad del alumnado (y en mayor medida por ellas que por ellos), sobre todo a los 17 o más años.
10. Las chicas reconocen mejor que los chicos las características de las relaciones saludables de pareja. El alumnado tras el taller otorga una alta valoración al respeto mutuo, la confianza, o el hecho de que la otra parte de la pareja entienda que hay que dedicarles tiempo a otras personas, entre otras. De nueve características consideradas, en todos los casos las chicas las valoran más que los chicos, en particular al hecho de no sentirse obligadas a hacer algo que no quieren, tener independencia, y poder decir lo que les molesta sin desagradar a la pareja.
11. Las chicas reaccionan más y mejor que los chicos ante una situación de violencia de género. Tras el taller, un amplio porcentaje del alumnado reacciona adecuadamente ante la hipótesis de presenciar una agresión a una chica (entre el 67% y el 95%): mostrar su apoyo, comentar la situación al personal cualificado próximo al centro educativo, aconsejando a la afectada el abandono de su pareja, o mostrando empatía sin juzgar, son algunas de las reacciones mayoritarias. Las chicas presentan siempre más reacción que los chicos en las opciones consideradas en el estudio (entre 6 y 11 puntos porcentuales más), siendo más frecuentes estas reacciones positivas a partir de los 16 años.
12. Las chicas aprenden o identifican mejor las formas de violencia de género. El impacto educativo del taller de teatro foro sobre conocimientos, actitudes y comportamientos tóxicos en el desarrollo de las relaciones de pareja (Figura 3) es coincidente con el observado en otros estudios similares realizados por la Fundación Matrix en o entre otros. En Madrid y en otras áreas se aprecia un incremento significativo en el alumnado que rechaza los celos, una actitud inadecuada en una relación interpersonal y uno de los factores de riesgo de violencia de género. Si antes del taller el 35% del alumnado identificaba los celos como un comportamiento tóxico, tras el taller, el rechazo aumentó hasta el 80% (es decir, 45 puntos porcentuales más). El taller también ayudó a que el alumnado incrementara levemente la identificación de las violencias de tipo física y psicológica como conductas tóxicas: antes del taller el 92% del alumnado las identificaba como comportamientos tóxicos, mientras que después del taller este porcentaje creció tres puntos porcentuales más. De nuevo, el incremento fue superior en chicas que en chicos, y las chicas superan a los chicos en la identificación de las tres formas violencia después del taller.
13. Las chicas tienen más claro que la violencia de género es un problema social sobre el que hay que intervenir. El alumnado después del taller opta mayoritariamente por educar y sensibilizar en valores de igualdad (más del 85%), o promover la igualdad en todos los ámbitos (más del 75%). Otras opciones muy valoradas tenían que ver con endurecer las penas a los maltratadores (60-65%), fomentar la denuncia (59-77%), o educar al maltratador (60-64%). La eficacia del taller queda más que demostrada por indicadores como que son minoritarias las opciones que consideran que la violencia machista es un problema privado a resolver en el ámbito de la pareja (menos del 25% del alumnado piensa eso), o que no existan soluciones concretas y sea algo inevitable (menos del 20% lo piensan). Las chicas están más identificadas con la consideración de la violencia de género como un problema social sobre el que hay que actuar y tienen más claro las opciones de intervención, mientras que los chicos se identifican más con la percepción de que se trata más de un problema privado.
14. Las chicas valoran más el aprendizaje del taller de prevención de la violencia de género. El 65% de los chicos y el 79% de las chicas indican que ha sido útil para identificar prácticas de abuso psicológico y violencia física. El 59% de los chicos y el 68% de las chicas indican que han aprendido herramientas con las que reaccionar ante una situación de violencia de género. El 66% de los chicos y el 75% de ellas valoran que ha sido útil para identificar cómo ciertos factores socio-culturales (roles, estereotipos, diferencias entre sexos) influyen sobre la violencia de género. El 50% de los chicos y el 55% de las chicas valoran su utilidad para el desarrollo de relaciones saludables. Las chicas muestran de nuevo un mayor aprendizaje.
Los resultados y las diferencias detectadas son coherentes con algunos estudios que explican los resultados cuantitativos obtenidos aplicando un enfoque cualitativo basado en el modo de socialización de las chicas desde su infancia, que les confiere actitudes y aptitudes inconscientes.
La evaluación satisfactoria del alumnado en relación con los talleres es coincidente con la alta valoración global del profesorado de los centros donde se desarrollaron. Entre el 81% y el 95% del profesorado otorga una alta valoración a la relevancia pedagógica del fomento de la igualdad, a su claridad de exposición, a la importancia de este tipo de talleres, a la capacidad del taller para motivar al alumnado, al dominio técnico de la actriz y el actor –organizativo y de ejecución–, así como a la relevancia de incorporar al currículo educativo propuestas pedagógicas de fomento de la igualdad de género y de prevención de la violencia de género en la adolescencia. El 84% del profesorado otorga alta valoración a la consecución de los objetivos del taller y el 93% considera satisfactoria dicha actividad, declarando que repetirían la experiencia.
Este tipo de actividades permiten informar y concienciar a la vez a las futuras generaciones en materia de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Provee herramientas útiles para actuar en caso de vivir o ser testigos de situaciones de violencia de género en su entorno cotidiano. Sus resultados merecen reflexión, atención operativa y muestran una realidad de alto interés para Administraciones como el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades del Ministerio de Igualdad, el Servicio de Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid (en el ámbito de la Igualdad y violencia de género), y entidades locales y centros educativos de dicha Comunidad Autónoma. Concienciar a la sociedad sobre la desigualdad y conocer los condicionantes de la violencia de género son medidas previstas en el Pacto de Estado en materia de Violencia de Género para impulsar políticas que erradiquen de una vez por todas la lacra social de la violencia machista.
Dr. Enrique Ruiz Labrador. Geógrafo y Experto Análisis Espacial, Responsable de I+D Geoespacial de la Fundación Matrix.
Dr. Javier Montalvo. Profesor de Ecología de la Universidad de Vigo y Director de la Fundación Matrix.
igualdad.madrid@fundacionmatrix.es
Artículo divulgativo de resultados del Programa PROMUJER de la Fundación Matrix, subvencionado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social y con el patrocinio de AVON.
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